Un viaje a Ushuaia no estaría completo sin visitar la isla Bridges, un sitio que cautiva por diversas razones. Este archipiélago, conocido como islas Bridges, se ubica en las aguas del canal Beagle, en el extremo sur de Sudamérica. Se extiende al sur de la isla Grande de Tierra del Fuego y está compuesto por un grupo de islas e islotes, separados por canales profundos, aunque en ciertas áreas pueden encontrarse bajofondos y formaciones rocosas.

Nuestro viaje comienza cuando iniciamos la navegación por la bahía de Ushuaia. A medida que nos alejamos del muelle, quedan atrás las vistas de la ciudad y las montañas. El Canal Beagle es un estrecho paso marítimo entre Argentina y Chile. Su extensión es de 280 kilómetros y comunica los Océanos Atlántico y Pacífico. El nombre original del canal es Onashaga, que en lengua yagán significa “canal de los cazadores o el canal de los onas”.
El paisaje y la historia de la región, logra una fusión que se traduce en una experiencia que ningún viajero debería perderse, al menos una vez en la vida. Por estas aguas se trasladaban en sus canoas los antiguos habitantes de la Tierra del Fuego, los yaganes o yámanas, el pueblo más austral del planeta.
Isla Bridges es un testimonio vivo de la historia natural y humana de la región. Entre sus muchas particularidades, la isla Bridges se destaca por su conexión con el pueblo yagán, sus senderos llenos de historia y los vestigios arqueológicos que permiten reconstruir parte del pasado de los primeros habitantes de la zona.
Debido a su remota ubicación geográfica, la Tierra del Fuego fue una de las pocas zonas en el mundo donde los pueblos autóctonos habían permanecido casi intactos hasta los tiempos modernos. Hasta 1880, selknam y haush, yaganes y alcalufes, aún vivían como sus ancestros, de acuerdo a sus antiguas tradiciones.
Charles Furlong, un explorador, escritor y fotógrafo estadounidense recorrió Tierra del Fuego en la primera década del siglo XX y notó que los yaganes, que vivían en soledad, separados de otras etnias por las barreras naturales, pensaban que antes de la llegada del hombre blanco eran los únicos seres humanos.
Este pueblo nómade del mar surcaba las aguas del canal Beagle en canoas, trasladándose entre las distintas islas en busca de recursos para su subsistencia. Su estrecha relación con el mar se evidenciaba en su dieta, basada en mariscos, peces y lobos marinos, así como en la construcción de sus embarcaciones y refugios temporales en la costa.
La dieta yagán se basaba principalmente en mariscos, peces, aves y mamíferos marinos. Recolectaban moluscos como cholgas, mejillones y lapas en las costas, mientras que para la caza se valían de arpones y lanzas, con los que atrapaban focas y nutrias marinas. También consumían carne de guanaco y aves cuando se adentraban en tierra firme, aunque su especialidad era la caza de lobos marinos, cuya piel también utilizaban para abrigarse.
Isla Bridges, con su costa protegida y su proximidad a zonas de pesca y recolección, fue un punto clave para los yaganes. Allí establecieron asentamientos y concheros —grandes acumulaciones de restos de moluscos y huesos de animales— que dan cuenta de su presencia a lo largo de los siglos. Incluso hoy, al recorrer sus playas y senderos, es posible imaginar a los yaganes encendiendo fogatas en la orilla para cocinar sus alimentos y protegerse del frío implacable de la región.
Uno de los aspectos más llamativos de los yaganes era su capacidad para resistir temperaturas extremas con escasa vestimenta. A menudo iban desnudos o con mínimos cobertores de piel, ya que la humedad constante hacía que la ropa mojada resultara contraproducente. En su lugar, cubrían su cuerpo con grasa de animales para mantener el calor y soportar las condiciones del viento y la nieve. También utilizaban pieles de lobo marino y guanaco cuando el clima lo permitía
Senda Puerto Karelo
Uno de los mayores atractivos actuales de la isla Bridges es la senda Puerto Karelo, un camino que permite a los visitantes adentrarse en su historia y su belleza natural. Esta ruta senderista bordea la costa y se interna en sectores donde la vegetación típica de la zona —coihues, lengas y canelos— crea un ambiente de serenidad y contemplación.
Puerto Karelo no solo es un sendero natural, sino también un camino hacia la memoria. A lo largo del recorrido, se encuentran paneles informativos que explican la historia de la isla y su vínculo con los yaganes, además de los esfuerzos de conservación que buscan proteger este invaluable patrimonio. Caminar por la senda es, en muchos sentidos, una forma de conectar con los antiguos pobladores de la región y de comprender la relación armónica que establecieron con su entorno.
Desde el mirador Canal Beagle y Andes Fueguinos, observamos las vistas 360 grados de las montañas que se ven al norte, este y oeste. Las fotos no hacen justicia a la impresionante gama de colores entre la fusión del mar, la tierra y las montañas.
Hoy, Isla Bridges es un sitio de gran valor cultural y ecológico. Su historia, marcada por la presencia ancestral del pueblo yagán y por la riqueza de sus paisajes, la convierte en un destino ideal para quienes buscan comprender el pasado de Tierra del Fuego y disfrutar de su imponente belleza natural. Los esfuerzos de preservación y divulgación permiten que este rincón del canal Beagle siga siendo un testimonio vivo de una cultura milenaria y de la relación entre el ser humano y su entorno en los confines del mundo.
Visitar la isla fue una experiencia sobrecogedora. Navegar por el canal Beagle y pisar esas tierras que alguna vez fueron habitadas por los yaganes me hizo sentir una conexión especial con su historia. El viento cortante y el silencio apenas interrumpido por las olas creaban una atmósfera única, casi sagrada.
Caminar por la isla me permitió imaginar la vida cotidiana de este pueblo nómada, recolectando alimento y resistiendo el frío extremo con una fortaleza admirable. Comprendí la inmensidad de su sabiduría para navegar las aguas del Canal Beagle. En ese momento, sentí que la historia de los yaganes no era solo un relato del pasado, sino una herencia viva que aún susurra a quienes se aventuran a descubrir sus huellas en la Patagonia austral. Es un viaje a través del tiempo, donde la voz del viento y el sonido del mar nos recuerdan la resistencia y el legado del pueblo yagán.






