Aldea Apeleg, identidad y tradición

«El que sabe de los males de esta tierra, por haberlos vivido, se ha templado para domarlos” Martín Fierro

Transitando por la Ruta 40 desde el sur en dirección hacia Esquel, decidimos desviarnos de nuestro recorrido. A veces, encontrar historias hace que tengamos que desviarnos. Viajando con Juan, un amigo y baqueano de la zona, decidimos visitar la pequeña comuna de Aldea Apeleg. Seguimos sumando kilómetros. Y también historias.

Aldea Apeleg es reconocida en la estepa chubutense por su historia y su herencia cultural. Fue escenario de enfrentamientos durante la Campaña del Desierto y aún conserva la memoria de la resistencia indígena en la Plaza del Último Combate, en honor al Cacique Inacayal.

El viento frío de la Patagonia nos acompañó en el camino mientras avanzábamos por la Ruta Provincial 64 rumbo a Apeleg, un pequeño pueblo lejos de los grandes centros urbanos. A medida que nos acercábamos, el paisaje se volvía cada vez más imponente: extensos campos y la inmensidad de la naturaleza nos envolvían en un silencio profundo y sereno.

Al llegar, nos recibió un grupo de lugareños con la calidez típica de quienes viven en comunidad. Nos hablaron con orgullo de la Fiesta Provincial del Domador, un evento que cada año reúne a jinetes y familias de toda la región para celebrar la tradición gaucha. Decidimos recorrer la plaza principal, donde un monumento recuerda la resistencia del Cacique Inacayal y su gente en la lucha contra el Ejército durante la Campaña del Desierto.

Situada en el Departamento de Alto Río Senguer, esta localidad cuenta con aproximadamente 160 habitantes. Se encuentra a 300 kilómetros de Esquel y a 340 kilómetros de Comodoro Rivadavia. Hacia el oeste, siguiendo la Ruta Provincial 64, se accede al paso internacional Río Frías, que conecta con Chile.

El nombre «Apeleg» tiene su origen en el explorador George Musters, quien recorrió la zona acompañado por una caravana de tehuelches. En su travesía, observó que a orillas del arroyo crecían en abundancia unos pequeños tubérculos dulces, a los que llamó «apple» (manzana en inglés). Con el tiempo, la palabra derivó en «Apeleg».

Para celebrar un nuevo aniversario, se ha organizado un concurso fotográfico con el objetivo de seguir difundiendo la belleza de esta aldea. Cada año, se lleva a cabo la Fiesta Provincial del Domador, un evento de gran relevancia que ha sido transmitido en programas especializados de la televisión nacional y que se viene realizando desde hace 13 años.

Según los registros históricos, durante la Campaña del Desierto liderada por Julio Argentino Roca, el teniente coronel Palacio atacó el Valle de Apeleg, donde resistían las tribus de Inacayal, Foyel, Saihueque y Maniqueque. Todo el valle fue escenario de una intensa resistencia, destacándose los combates de Apeleg y Genoa.

La lucha de los pueblos originarios es recordada hoy en la Plaza del Último Combate, un homenaje al Cacique Inacayal y a los defensores del territorio que cayeron en la batalla final contra el Ejército en 1882.

Durante la campaña militar, un baqueano llamado José Torres, hijo de una cautiva blanca y de un indígena manzanero, participó en el enfrentamiento en Apeleg, donde resultó herido por boleadoras. Tras la retirada del Ejército y la captura de prisioneros, Torres permaneció en el valle y contrajo matrimonio con una de las prisioneras.

El 22 de febrero de 1922, Roca otorgó tierras a la familia de Torres, quien construyó con adobe la primera escuela del lugar. En sus inicios, funcionó como la Escuela Ambulante Nº 55, dirigida por Isaías Vera, quien recorría los poblados enseñando. Con el tiempo, más familias se establecieron en la zona, dando origen al primer edificio público de la comunidad.

Aldea Apeleg no es solo un punto en el mapa: es historia, es identidad y es un pedazo vivo de la Patagonia que resiste al tiempo. Hoy en día, Apeleg sigue siendo un símbolo de la Argentina profunda, donde la memoria histórica, la cultura gaucha y el amor por la tierra conforman la esencia de su identidad cultural.

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