Hablar de Alto Río Senguer, es recordar la historia de los legendarios caballos Gato y Mancha. En el pueblo, un monumento los homenajea, al igual que la festividad popular que se celebra cada enero, donde los caballos son el centro de atención y se reconoce su importancia. Para los habitantes del interior, el caballo es indispensable; la imagen del hombre de campo junto a su caballo y su perro no es solo una estampa, sino un reflejo de la vida misma.

El Festival Provincial “Gato y Mancha” tiene lugar el primer fin de semana del año en Alto Río Senguer para rendir tributo a estos caballos, que crecieron en la Patagonia y se adaptaron a condiciones extremas. Mancha tenía un pelaje overo, mientras que Gato era gateado. Cuando emprendieron su travesía el 23 de abril de 1925, tenían 15 y 16 años respectivamente. Su recorrido, liderado por el suizo Aimé Félix Tschiffely, comenzó en Buenos Aires y concluyó en Nueva York, Estados Unidos, exactamente hace 100 años.
A lo largo de su viaje, cubrieron más de 21 mil kilómetros desde la capital argentina hasta Nueva York, estableciendo un récord mundial tanto en distancia como en altura, al alcanzar los 5.900 metros sobre el nivel del mar en el paso El Cóndor, entre Potosí y Chaliapata (Bolivia). La travesía se dividió en 504 etapas, con un promedio diario de 46,2 kilómetros. Finalmente, el 20 de septiembre de 1928, el profesor suizo y sus fieles compañeros llegaron a la ciudad de Nueva York.
El Festival “Gato y Mancha” surgió para conmemorar la increíble proeza de estos dos caballos criollos, que fueron adquiridos por Emilio Solanet al cacique tehuelche Liempichún en la localidad de Alto Río Senguer, en la provincia del Chubut.